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domingo

QUE ES EL ZEN ?

El Zen es un camino práctico para devenir plenamente consciente y revelar la verdadera naturaleza del ser. Para saber lo que el Zen es, y especialmente lo que no es, no hay otra alternativa que practicarlo. En este sentido, los maestros Zen suelen afirmar:

“Los que saben no hablan

los que hablan no saben”

Para muchas personas, el Zen se ha convertido en un asunto relacionado con lo más profundo de sus vidas.

¿Existe alguna doctrina o texto institucional sobre el Zen?

El Zen nunca fue institucionalizado. En realidad, muchos de sus antiguos exponentes fueron individualistas universales que no pertenecieron a organización alguna ni buscaron el reconocimiento de una autoridad formal.

De todas formas, algo se podrá concretar acerca del ZEN

¿es una religión o una filosofía?

El Zen es una práctica y una concepción de la vida. No es una religión ni una filosofía. No es una psicología o cierto tipo de ciencia. Es un ejemplo de lo que se reconoce como un “camino de liberación”. Por fortuna o por desgracia, el Zen es sobre todo una experiencia de carácter no verbal, absolutamente inaccesible por medios literarios o eruditos.

Sin embargo, supongo que existirán escritos legitimados que transmitan su esencia.

En el Zen, lo fundamental es la experiencia personal. El Zen insiste en la vivencia interior. No concede valor alguno a los escritos llamados “sagrados” y a su interpretación por parte de los eruditos. La esencia de su transmisión ha venido corriendo a cargo de maestros que una veces habían sido reconocidos por anteriores maestros y otras no. Se dice que una vez aprendidas las técnicas con cierta rigurosidad,

brota la espontaneidad y se abandonan las explicaciones. A todo este conjunto de conocimientos se lo llama: “Practica”.

¿Tanto valor tiene la espontaneidad?

La acción espontánea consiste en ser eminentemente humana. ¿Hasta qué punto el Zen valora y respeta a la propia condición humana? En este sentido, la anécdota siguiente puede ilustrar la mencionada posición:

“Un monje Zen lloró al enterarse de la muerte de un pariente próximo. Ante esta acción, un compañero objetó que tal conducta era impropia de un adepto ya que dejaba al descubierto la existencia de un gran apego personal. El aludido replicó: “No seas estúpido. Lloro porque tengo ganas”.

Pero tal espontaneidad ¿no resulta abandono y descontrol?

En los primeros tiempos de la educación se pone en juego el control de todos los movimientos y emociones, se disciplina el apego, la queja y la reacción impulsiva. Es decir, se construye un ego equilibrado y lógico. Más tarde, en el camino de vuelta, se vivencia la pureza de la espontaneidad original.

¿Puede poner un ejemplo?

Cuando aprendemos a conducir, debemos controlar todos los movimientos de manos y pies. Cualquier paso está calculado y debe ser preciso. Más tarde cuando ya hemos incorporado la enseñanza, brota la espontaneidad de movimientos que precisamente convierten la conducción en una acción espontánea que tiende a ser pura maestría.

Observo que la acción es lo que prima en el Zen

“Al caminar, solo camina,

al estar sentado sólo siéntate, al comer come y, sobre todo, no vaciles”.

La cualidad esencial de la naturalidad consciente es la sinceridad de la mente indivisa que no tiembla ante alternativas.

“Cualquier cosa que tu mano quiera hacer, hazlo con todas tus fuerzas.”

El silencio mencionado, ¿no es acaso algo pasivo que expresa ausencia o muerte?

El silencio meditativo no es el silencio del desierto que está desnudo de toda manifestación de vida, tampoco es el silencio de un cadáver. Se trata de un silencio de plenitud en el que hallan integradas todas las antítesis mentales. En palabras simbólicas, se trata del silencio del Profundo sumido en la“tranquilidad del trueno”.

Aún así resulta algo incierto lo que dice.

¿Puede explicar mejor la naturaleza del Zen?

“Un estudiante Zen insistió a su maestro en que quería saber dónde estaba la entrada al camino de la verdad. Ante tal demanda, el maestro le dijo”:

-“¿Oyes el murmullo del arrollo?”.

-“Si, lo oigo”, respondió el estudiante.

-“Pues allí está la entrada”

Sigo sin saber por donde van exactamente los tiros…

Es frecuente que cuando el estudiante reclama una explicación lógica de la enseñanza del Zen, los adeptos tienden a responder precisamente algo que sume a los demás en la mayor confusión. El querer explicar o analizar el contenido del Zen respecto a la iluminación es un intento inútil. Se trata de la vivencia repentina de la sabiduría para “cruzar a la otra orilla” y sentir con certeza que todas las cosas carecen de naturaleza independiente puesto que solo existen en relación con otras cosas. Una vivencia que sin duda sucede en el repentino despertar. Se trata de experimentar que nada en el Universo puede existir por sí mismo, y saber que luz y sombra, largo y corto, negro y blanco son términos relativos y no independientes el uno del otro.

Busquemos otra forma de comprender,

¿de donde proviene el Zen?

Tiene su origen en China, pero el camino del Zen está fuertemente arraigado en el suelo natal de la India. Hay una tendencia a referirse al Yoga y al Zen conjuntamente como caminos de meditación oriental. Y en cierto modo, las similitudes entre ambos son ciertamente incuestionables. La raíz de la palabra yoga significa “poner un yugo”, unir. Y en realidad, el Zen y el Yoga en su entrenamiento central mantienen al unísono las mismas tres bases: la postura sedente, la respiración y la concentración. La experiencia Zen se caracteriza por un despertar que, atravesando las capas de la mente consciente y racional, accede al Ser transobjetivo, autentica experiencia de la Realidad.

¿A qué realidad se refiere?

A la Realidad con mayúsculas, es decir a la que existe más allá de toda definición mental. A la conciencia pura.

Ya volveremos a ello. Entonces, ¿el Zen nace en China?

El Zen en particular es un producto de la fusión del Budismo de la India con la cultura taoísta china. El Zen llegó a China a los cuatrocientos años de la era cristiana. En realidad, el Zen como práctica y como camino surge a partir del matrimonio de las mentalidades china e india. En Europa se tiene conocimiento de la práctica Zen en el siglo XX manifestando una formidable y silenciosa expansión.

¿Por qué se lo busca? ¿qué proporciona el Zen?

El Zen es un camino de liberación interior, es decir una liberación de la atadura a las suposiciones y prejuicios que condicionan nuestra mente ordinaria. Desde el Zen, se observa la vida directamente con la plena espontaneidad original o calidad del sí mismo. ¿Cómo se puede vivir cada instante lo NUEVO si nuestra “gafa de ver y sentir” está inconscientemente condicionada por memorias y proyecciones? ¿cómo es posible vivir la sorpresa que cada momento trae si no se han previamente liberado de las memorias los conceptos encadenados a cada percepción? ¿cómo se puede experimentar el sí mismo con la frescura del “niño supraconsciente” abierto al momento presente?

¿A qué se refiere con eso de “sí mismo?

Como he aludido, el sí mismo es la identidad esencial u original que existe en una dimensión más profunda y más allá de la definición de las personas y las cosas. El sí mismo no es lo mismo que el ego individual o la persona con la que habitualmente vivimos identificados creyendo que somos; la experiencia del Ser es una experiencia profunda y total. En realidad, para que se produzca la liberación, el ego o persona que tiene nombre y que nace y que muere, se ve obligado a ceder espacio a una Conciencia de Totalidad que esté en comunión con la realidad de todas las cosas existentes.

Se ha mencionado la cultura taoísta de la antigua China, pero ¿Qué es el Tao?

Con el término Tao se hace referencia a ESO, a la realidad inefable que todas las religiones y caminos de liberación hacen referencia en el núcleo numinoso de su doctrina. En este sentido, la diferencia cultural entre el Tao y la idea usual de Dios es tan sólo de matiz, ya que mientras la idea de Dios produce el mundo por creación, ya sea en 7 simbólicos días o por cualquier otro acto de supremo poder, la concepción del Tao produce el mundo por no creación que significa algo parecido a lo que llamamos “crecimiento”. En efecto, mientras que las cosas “creadas” constan de partes separadas que han sido unidas como las piezas de una máquina, es decir, de fuera a dentro, por el contrario, las cosas que se han producido por crecimiento se dividen en capas de adentro hacia fuera.

¿Y qué resulta destacable en el Zen del Budismo indio?

El Budismo señala el Camino Medio entre los extremos del ángel y del demonio, es decir entre lo ascético y lo sensualista, sosteniendo que el supremo “despertar” o nivel búdico puede alcanzarse desde el estado humano. Una mística intuición de la no dualidad.

¿El camino del medio es la mitad de cada lado?

El camino medio no es el de la mitad ni tiene dos lados. Algún maestro Zen lo ha referido como: Vacío amplio y nada sagrado en él. Pureza absoluta, apertura sincera, franca desnudez.

¿Qué es el “despertar” al que se hace tanta referencia en el Zen?

Despertar significa saber lo que en realidad no es. Es dejar de identificarnos a nosotros mismos con cualquier “objeto” de conocimiento. El despertar casi necesariamente acarrea una sensación de alivio porque pone fin al habitual calambre psicológico de tratar de apresar la mente con la mente.

Para conocer la mente deberá ir mas allá de la propia mente.

¿Existen referencias de tal Despertar en la cultura occidental?

La famosa “Caverna de Platón” es un referente de la condición humana que parece desenvolverse en el seno de la ilusión tomando los reflejos de las sombras como reales. Platón afirma que sólo saliendo de la caverna se despierta a lo Real con su consiguiente liberación del sueño en el que vivimos inmersos. Y e general toda la mística cristiana apunta al estado despertar como “Mi reino no es de este mundo” o “La vida es sueño”…

Para lograr tal despertar

¿Es necesario dejar el mundo, la familia, el sexo, el dinero…?

El Despertar tiende a no ocurrir mientras se está intentando escapar del mundo pensando que en la negación del progreso o en la huida de las propias responsabilidades está la libertad. Conviene no huir de la particular experiencia que uno sabe que debe enfrentar y dejar que cada cosa ofrezca su aprendizaje tal como es, superando las resistencias y hallando la paz en el remolino de cuanto nos sucede.

“No os separéis del mundo tratando de ordenarlo a vuestro alrededor”.

Desde la perspectiva de un “camino de vuelta” se afirma un “fluir” en el que la libertad con mayúsculas se puede lograr desde la atención expansiva de la consciencia, un salto evolutivo que no tiene porqué resultar incompatible con lo que cada cual ha elegido: Bien sea la familia y una compleja vida profesional, bien sea el arte, la naturaleza y un cultivado retiro interior. En realidad, ya decía Lao Tsé hace tres mil años:

“Todos los radios de la rueda llevan al centro”

Así como todos los caminos conducen a la profundidad del Ser, tan sólo hay un punto de encuentro para entrar en dicho estado de amor y lucidez, y ése es el AHORA.

¿Son los Maestros Zen gente carismática y especial?

Los maestros Zen son profundamente humanos. Se enferman y mueren, conocen alegrías y tristezas, observan las propias trampas de su mente y otras pequeñas debilidades del carácter como cualquier otra persona, y no están libres de enamorarse y tener una relación plenamente humana con el sexo opuesto.

Parece que lo perfecto en el Zen es no querer ser perfecto

La perfección del Zen consiste en ser total y simplemente humana. El adepto al Zen se diferencia del hombre y la mujer comunes en que estos últimos de una manera u otra tienen dificultades con su propia humanidad e intentan ser ángeles o demonios.

¿Qué enseña el maestro Zen?

La posición básica del Zen es que no tiene nada que decir, nada que enseñar. El maestro no “ayuda” al discípulo, puesto que ayudar de la manara que habitualmente se entiende, sería entorpecer. Por el contrario, en cierto momento del camino, el maestro sale a poner obstáculos y barreras al camino del estudiante. El discípulo Zen no sabe realmente Zen si no lo descubre por sí mismo.

“Si una imagen vale más que mil palabras, un bocado vale más que mil imágenes”.

Supongo que los maestros Zen enseñan realmente algo a sus discípulos

Los maestros, muy a menudo, contestan de un modo que parece ser poco serio o decididamente insolente. Toda explicación, a pesar de lo detallada o sutil que pueda ser, mira sólo un pequeño lado de aquello que tiene dimensiones infinitas. En realidad, se opta por pensar que muchas de las explicaciones esperadas sobre el Zen lo que hacen es añadir otra idea a la que ya se tiene. Un adepto considera que si un estudiante no puede igualar o sobrepasar a su maestro, los dos han fracasado.

¿Cuando se llega al despertar?

Viajar es estar vivo.

“El camino es mejor que la posada”.

Lo importante de tal arte es practicarlo independientemente del resultado. Los placeres del viaje no consisten tanto en llegar donde uno quiere cuanto en las inesperadas sorpresas que ocurren durante el trayecto.

¿Es la meditación una forma de viaje al más allá de la mente?

En un método validado para ello. En realidad, para la mente lúcida no hay ni pasado ni futuro sino sólo este único momento que los místicos occidentales han llamado el eterno ahora.

¿Qué pasa con el pasado y el futuro?

El pasado y el futuro son tan sólo ilusiones mentales pasajeras inherentes a un estado de conciencia propio de la mente racional. Más tarde, unos y otros van descubriendo que el “presente atemporal” es lo eternamente real. Con trabajo interior se da uno cuenta de que la sucesión lineal del tiempo es una convención de nuestro pensamiento verbal. Una convención que se mueve en una sola vía de la conciencia y que interpreta el mundo aferrando pequeños trozos a los que da el nombre de cosas y sucesos.

Sólo existe este ahora.

No viene de ninguna parte; no va a ninguna parte.

¿Qué significa el Zen para una mentalidad cristiana?

El cristiano practica Zen y con ello apuesta por un nuevo modo de abismarse en el estado de Ser que le lleva a superar la limitación de su pensar objetivo. El hecho de que los cristianos se hayan dirigido al Zen sin contradicción alguna con sus propias creencias, sino como una ayuda en su camino espiritual es muy comprensible si se contempla el interés creciente de los mismos por las diversas formas de meditación oriental. El reconocido jesuita alemán Hugo Enomilla-Lasalle afirma en múltiples escritos que la meditación Zen puede ayudar a los cristianos a llegar a la experiencia de Dios.El cristianismo valora la trascendencia que ciertamente puede observarse de forma central y directa en la meditación Zen.

¿En realidad dónde lleva la práctica del Zen?

El Zen ante todo, nos presenta un camino que lleva al despertar de la propia naturaleza esencial y, por lo tanto, a la profundidad del ser humano. Y aunque fue iniciado en el ámbito de la religión budista, su práctica trascendió toda doctrina o creencia religiosa por amplia que ésta fuese. Actualmente la “cultura del samurai” está siendo aflorada en todo el mundo como un reconocido valor de coraje, disciplina y ausencia del miedo a la muerte.

Preguntó un estudiante-¿Cuál es la verdad más profunda de las enseñanzas sagradas?

El maestro Zen respondió: -El vacío y no la santidad.

Un maestro Zen dijo al respecto: “Si una persona parece tan santa como para llamarla de esa manera, su desarrollo espiritual está incompleto. Si estuviese totalmente desarrollada, no podrías decir nada de ella, estaría más allá de la descripción o la clasificación” .

¿Qué es lo que busca el practicante de Zen?

El Zen apunta al descondicionamiento de la mente que es una forma de nombrar la Iluminación. La práctica Zen conduce normalmente al “Satori”, es decir, a un repentino despertar que D.T. Suzuki consideró como la quintaesencia del Zen. Desde otra perspectiva, el Zen en Occidente se ha incorporado al ámbito de la psicoterapia ya que su práctica conlleva una progresiva liberación de patrones soterrados en el ámbito de lo subconsciente. Desde esta perspectiva de armonización mental, la práctica sistemática del Zen conlleva una ampliación de consciencia que disuelve esquemas reactivos y conductas automatizadas de carácter neurótico.

La práctica del Zen entonces ¿es una forma de terapia?

Cuando preguntaron a Erick Fromm si el Zen podría ayudar al equilibrio emocional y mental contestó: “Es el único camino hacia la salud mental”.

¿Cómo concibe el mundo un ser “liberado”?

El “liberado” ve el mundo que nosotros vemos pero no lo mide y divide de la misma manera que nosotros. Puede decirse que su percepción no considera la realidad como dividida en sucesos y cosas separadas. Ve que, por ejemplo, la piel puede considerarse tanto como lo que nos une al ambiente como lo que nos separa de él. Ve además que la piel será algo que une, sólo si antes ha sido considerada como la que separa o viceversa. Desde esta perspectiva, unir es tan ilusorio como separar. ¿Cuesta tanto advertir que los objetos son también sucesos, y que nuestro mundo es una sucesión de procesos más que de entidades?

¿Entonces el Zen dónde se sitúa?

Más allá de toda intención o ámbito de lo que consideramos “mente” y su consiguiente dualidad. La práctica del Zen libera al ser humano del conflicto que ocasionan los juicios y las ataduras de bueno-malo, mejor-peor. Para el Zen, las cosas suceden en un presente continuo desde el que todo es tal cual ES, sin adjetivaciones o anticipaciones condicionadas por una memoria que roba la sorprendente novedad de cada instante. Es una manera de vivirse en la espontaneidad original del niño supraconsciente. ¿Recuerde aquella frase evangélica de:

“Sed como niños para entrar en el reino de los cielos?

Nos ha costado mucho dejar de ser niños…

Si por eso no se dice sed niños… sino como niños. No se trata de reducir la mente humana a una regresiva vacuidad pueril, sino de poner en juego capacidades insospechadas de inteligencia espontánea e innata.

“Es el arte de dejar en paz a la mente”

Tengamos en cuenta que los opuestos: luz y tinieblas, bien y mal, placer y dolor, son los elementos esenciales del juego pues aunque la Deidad se identifica con aspectos como la Verdad, la Conciencia y la Gloria, por el contrario el lado oscuro de la vida forma parte integrante del juego de la mente. Tengamos en cuenta que todo drama tiene que tener su villano y, en la partida de la vida, todas las cartas deben ser barajadas, es decir, puestas en una especie de caos a fin de que el juego pueda desarrollarse con sentido.

“El agua que es demasiado pura no tiene peces”.

¿Está usted dando fuerza al lado oscuro de la vida?

Se trata de penetrar con la mirada en la universal ilusión de que lo bueno o agradable puede ser arrancado de lo malo y doloroso. Convertir en ideal la persecución del bien es como querer desembarazarse de la izquierda doblando constantemente hacia la derecha.

El bien, el mal, lo agradable y lo doloroso son tan inseparables, tan idénticos en su diferencia –como las caras de una moneda-. En el camino hacia la propia profundidad, la Bondad y la Alegría sin opuesto brotarán tal cual.

¿Dónde queda la propia elección del camino a tomar?

En un momento del Camino se considera que el hecho de elegir es una ilusión porque no hay elección. No sudamos porque hace calor, sudar es calor. Es tan cierto decir que el sol es debido a los ojos como decir que los ojos ven debido al sol. Somos libres de decidir porque la decisión “ocurre”, sentimos que decidimos y eso “sucede”.

¿Usted tiene alguna vez sensación de que elige?

Tengo la sensación de que estoy decidiendo todo cuanto ocurre o por el contrario siento que todo, inclusive mis decisiones ocurren espontáneamente. Pues el más libre de mis actos ocurre como el hipo dentro de mí, o como el canto de un pájaro a mi lado. En un tramo avanzado del Camino se trata más bien de no dar tanta importancia al lugar a donde uno va en comparación con el lugar en donde uno está, es decir se trata de que pierda sentido ir allá.

¿Y qué pasa con nuestros ideales?

La vida del Zen comienza con la desilusión respecto a la persecución de ideales. Consideremos que los ideales se conforman en la propia mente desde la carencia de una concreta idea, posteriormente “idealizada”. Por ejemplo, cuando una persona anhela el ideal de la justicia por ejemplo, es que generalmente se ha carecido de la misma.

Si el hombre busca al Buda, ese hombre pierde al Buda.

Tal inconfundible tono de sinceridad es el que caracteriza la acción que no ha sido estudiada y planeada.

¿No debemos buscar a Dios?

Respecto a la naturaleza de Dios alguien dijo

“Se parece mucho a cabalgar un buey en busca del buey”

¿Cómo vamos a buscar algo que ya somos?

¿Qué pasa entonces con nuestra manera habitual de pensar?

El Zen ha llegado a la convicción definitiva de que nuestra manera habitual de pensar es incapaz de satisfacer realmente nuestras necesidades espirituales más profundas. Debido a ello utiliza determinadas prácticas como la del Za Zen, el koan y otras más para ir trascendiendo la lógica y sus límites mentales.

¿El Koan?

¿Qué ruido hace una mano al aplaudir?

“Cuando paso sobre el puente no es el agua la que corre, sino el puente.”

“Cuando bebe Tomás, agarra Diego una borrachera”

“Ayer por la tarde relinchaba una caballo de madera y un hombre de piedra daba cabriolas”.

El Zen quiere que nosotros consigamos un punto de vista totalmente nuevo que nos permita profundizar en el misterio de la vida y en los secretos de la naturaleza. Mientras consideremos a la lógica como algo definitivo, no disfrutamos de la libertad del espíritu y los hechos Reales de la vida seguirán pasando inadvertidos.

“Los árboles de hierro se hallan en plena floración”.

¿No resulta un poco ambiguo e incomprensible?

Ocurre que estamos acostumbrados a términos absolutos, a principios y leyes firmes a las que aferrarnos para sentir una efímera seguridad psicológica y espiritual. A ello se debe que actualmente haya tanto interés en indagar en una forma de vida ZEN que se siente muy cómoda en el “Vacío” y que no sólo no se atemoriza ante él, sino que más bien siente un placer positivo. Vacuidad es un término que se usa para expresar aquello que no tiene cualidad y no tiene edad. Es completamente vacío y plenamente potente.

“Arriba ni una teja para cubrir la cabeza”

abajo, ni un centímetro donde asentar el pie.”

El vacío comúnmente parece ser una carencia y en este sentido para cualquier persona normal no resulta apetecible.

El vacío no es una carencia sino el estado de conciencia anterior a la definición de todo objeto y realidad. ¿Qué puede ser ese vacío sino el sustrato de donde emergen todos los fenómenos y a donde todos retornan inevitablemente? La disciplina práctica que caracteriza el camino de liberación consiste en el progresivo desprendimiento o vaciamiento del ser esencial de toda identificación.

Me abruma y tampoco creo que entiendo demasiado. ¿Qué enseña el Zen?

El Zen no enseña nada. Las doctrinas que se enseñan en el Zen provienen del propio interior de cada uno. El Zen no tiene Dios alguno que adorar, no tiene ningún rito ceremonial, ningún futuro en el más allá, y no admite alma alguna cuya salvación debiera ser pensada por cualquier otro. El Zen es una nube suspendida en el cielo, no la sujeta ningún tornillo, ningún cordel la aprisiona. Se mueve como le place.

El Zen siente que el fuego está caliente y el hielo frío.

El camino para elevarse a Dios es aquel que consiste en descender en ti mismo. La idea fundamental del Zen es la entrada en contacto con las fuerzas más profundas de uno mismo. Toda autoridad del Zen procede del interior.

Parece deducirse que el Zen busca la liberación individual, pero qué pasa con las demás personas que nos rodean, ¿acaso no parece algo narcisista y egocéntrico?

En lo más íntimo del Zen hay una gran compasión nada sentimental por los seres humanos que sufren debido a los intentos mismos que hacen por liberarse. En este sentido, el amor y la iluminación no son diferentes, o bien la compasión y la lucidez no están separadas. Todos los sistemas de liberación, al señalar la experiencia del satori son coincidentes al señalar que integran los dos caminos o conceptos atribuidos a la mente y al corazón, es decir a la lucidez y al amor. De hecho la figura del Bodhisattva

representa a un adepto que ha renunciado al nirvana retornando a un mundo desde el que ayudar por compasión a todos los seres que en él se hallan y todavía no han “despertado”. Este adepto que encarna el amor y la compasión se encuentra en un nivel espiritual más alto que quien se ha ya retirado de la rueda del mundo y sus vaivenes.

Cuando le preguntaron a un maestro Zen dónde iría la morirse, replicó:

“Al infierno, porque allí es donde se necesita más ayuda”.

¿Qué es el Nirvana? A mi me suena como un estado ajeno

El concepto “nirvana” es un estado supraconsciente que se relaciona con la cesación de las vueltas de la mente. Estas vueltas son los pensamientos con los que la mente trata de captar el mundo y de captarse a sí misma. Zen es la práctica que tiene como finalidad descubrir el estado natural de una mente libre de confusión. Nirvana no es la desaparición ni el paso a un estado de pasiva “colgadera”, sino simplemente un estado de plenitud que no puede definirse y que por tanto es inconmensurable e infinito. En dicho estado, no existe separación entre la mente y las experiencias: hay simplemente un proceso en el que no hay nada que captar como objeto, ni nadie, como sujeto para captarlo.

Como una espada que corta, pero que no puede cortarse a sí misma.

Como un ojo que ve pero que no puede verse a sí mismo.

Suena a unidad.

Observe como el agua se adapta a todas las circunstancias. El agua cede pero lo conquista todo. Las nubes y el agua pueden recordar al ser humano perfeccionado cuya vida está caracterizada por la libertad y la flexibilidad para adaptarse a las circunstancias variables. De esta manera vive sin tensión ni ansiedad.

¿Entonces el Zen qué fomenta en cuanto a orientación de actitud?

La práctica del Zen fomenta de manera sutil la moral y la acción noble y responsable al sofocar las llamas de la avaricia, la cólera y los pensamientos ilusorios que suelen abrasar a la mente humana. Conforme el proceso avanza, se libera la compasión y el amor que existe dentro de cada ser esencial.

¿Qué significa el término profundidad en el contexto de la conciencia?

La experiencia profunda no está accesible para el observador superficial. Las ilusiones y apegos de los primeros tiempos de la condición humana forman parte de un pensar egocéntrico y conceptual que oscurecen la profundidad. De la misma forma que en las aguas agitadas no se vislumbran los fondos, por el contrario en las aguas calmas y sosegadas todo es transparencia.

En este sentido, ¿hacia dónde apunta el Zen?

Parece que el Zen quiere tomar partido a favor de la acción frente a la reflexión y se llama a sí mismo “sin mente” o “sin pensamiento”. Da respuestas instantáneas e impremeditadas. En otras palabras, si vamos a reflexionar, reflexionemos simplemente sin reflexionar sobre la reflexión.

Pregunta el discípulo: -¿Qué es el Zen?

Responde el maestro: -Sigue caminando
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Hay un proverbio chino que dice:
"Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la visión. Cuando la mente no está bloqueada, el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado, el resultado es el amor." Ser transformado en amor, eso es amar a Dios

Recibido del Grupo Google "brainwavelab"

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